A poco correr empezaron los problemas gordos, se requisaron fábrica e industrias, se conoció el desabastecimiento, las colas y la exaltación de gentuza que se veía y sentía con poderes absolutos. Pretendieron sectorizar a la gente, por barrios y manzanas para controlarlas con los víveres, ponían a delegados a su cargo y como las siglas eran JAP (Junta de Abastecimiento Popular), se les decía japientos o japuchentos. El delegado de la manzana nuestra era un conocido y me dio una cartilla de racionamiento por tres kilos de pan, como les dijera que yo no compraba tanto, me dijo “no importa porque pues cuando no haya para esa cantidad, usted tendrá seguro lo necesario”.
Se compraba lo que se pillaba, dándose el absurdo de acaparar menestras en cantidades que jamás se habían comprado en tiempos normales. A Iván no le gustaba el arroz así es que a lo sumo gastaría un par de kilos al mes; al final de la pesadilla upeste tenía un saco de ¡80 kilos! El trueque era corriente y quien tuviese artículos de primera necesidad, tenía asegurado su bienestar.
Muy problemático era criar niños; toda la parentela se dedicaba a juntar leche y alimentos para mi hija mayor que tenía recién nacido a B. Los pañales era otra historia, habían intervenido la textil Viña que eran los únicos fabricantes de pañales de gasa y las fábricas de Hirmas o Yarur ya no funcionaban para fabricar lienzo. Como se pasaban en reunión de comité planificando la “nueva economía del pueblo”, este se sentía gerente dueño de la fábrica y no tenía para qué trabajar.
La gente hacía colas frente a las panaderías o almacenes durante toda la noche. Llegaban varios integrantes de una familia para asegurarse el abastecimiento y lo que les sobraba, lo trocaban o vendían. Había "profesionales de las colas" delimitando espacios con una vara larga que ocupaba varios lugares en las filas que luego vendían a quien no quisiese o pudiese hacer la cola.
Como es muy del espíritu del chileno, luego se establecía una alegre complicidad y brotaban la puyas contra los “termocéfalos” (así se les decía) que nos gobernaban. Cuando mi marido iba a ver a mi hija, llevaba de regalo…. ¡una maleta con pan!
Había momentos de jolgorio y muchos de franco y amargo heroísmo. No puedo dejar de recordar la llegada a protestar de los mineros a la Alameda. Era un día de lluvia y ahí se venían esos hombres recios y machotes en el mejor sentido, caminando desde Rancagua, arriesgando vida, salud y trabajo, tratando de hacer entender al borrachín que era el Presidente Allende, que el pueble no estaba con su camarilla. Al desoír al chileno auténtico, Allende empezó a caminar hacia su fin.
Un día al amanecer estaba en la cola del pan (pese a la tarjeta JAP había que hacerla) y pasó un camión que llevaba tres o cuatro hombres de pasajeros y empiezan a gritar ¿no les gustó votar por Allende, viejas de mierda? Ahora aguanten! Y en esto quedan en pana y sale la poblada de mujeres a cobrarles el insulto. Ni supieron como saltaron del camión sacándolo en volandas; para su fortuna, la calle tenia un fuerte desnivel así es que luego tomó velocidad y desapareció del alcance de las furiosas damas.
Más o menos el 20 de agosto hubo un mitin de mujeres frente a la Universidad Católica y fuimos las cuatro de la casa, bien armadas por si acaso, una de las niñas llevaba un cable de centralilla telefónica terminado en una clavija de acero y en mi cartera llevaba un ladrillo. Quedamos convenidas que en caso de “guanaqueo” (carros lanza-aguas) arrancaríamos a la casa de unos parientes cercanos del lugar. Con pena recuerdo que un grito de guerra era “Allende, proceda, imite a Balmaceda”. Lejos estábamos de suponer que al mes siguiente sería una triste realidad.
Cuando íbamos a la reunión, una señora anciana y muy modesta preguntó al chofer si pasaba por la Católica y cuando se sentó, unos muchachones empezaron a decir en alta voz que iban a darle la fleta a todas las viejas de la reunión; entonces, la Sra., con una dignidad impensada, se volvió a ellos y les dijo:”Sí, usted me puede pegar porque es hombre y yo soy vieja, pero cuando lo haga, piense que otro le pega a su abuelita que le daba pancito y le enseñó a rezar”. Ahí mismo tuvieron la decencia de bajarse.
En ese tiempo lo que iba a ser el metro era un canal abierto donde no se avanzó ni medio cm en los tres años, pero era el proveedor de piedras para las marchas de protestasy los tubos servían de refugio en la rupestre batalla.
Cuando había mucho lío, iba a buscar a mi hijo menor al colegio, y nos veníamos a pie, lejos de la Alameda para evitar los gases que no dejaban ver n i menos respirar y ni siquiera en la noche se podía estar tranquila pues no faltaba el “compañero” (así se nombraban entre ellos) que diera noticias de su existencia haciendo gárgaras con el juguetito con gatillo repartido con generosidad.
Una señora en Talcahuano que se “consiguió”, pues las cosas no se compraban, se conseguían a cambio de otras, un saco de azúcar cubana, se llevó el susto de su vida con la yapita que venía en su interior… un AK no sé cuánto.
Allende fue alejado de la realidad por la camarilla comunista, ellos gobernaban y se limitaban a asegurar que el descontento popular era orquestado por la ITT y la CIA. No puedo saber cuánto bebía, pero yo lo vi en una cadena nacional de TV sentado arriba del escritorio de la presidencia columpiando los pies tartajeando un “compañeros” con trabazón de mandíbulas propia del borracho ¡y soy experta en medidas de etilismo! Lo vi yo y por eso lo cuento.
Fuera de los comunistas, ayudaban a su aislamiento los GAP (Grupo de Amigos Personales), grupo paramilitar que le custodiaba y andaban armados de metralletas en unos autos FIAT azules. La única vez que le divisé, casi me atropellan por salir a toda velocidad del garaje, frente a Morandé 80.
Todos estábamos hasta la coronilla con el desorden, el abuso, el mercado negro y la incertidumbre del futuro, con amenazas de una reforma extraña en la educación que desde el nombre prometía días peores “ENU” (Escuela Nacional Unificada). Asesinaron, entre otros, a un cadete de la Escuela Militar por andar de uniforme, fue un mexicano rápidamente expulsado a su país. Héctor Lacrampettre Calderón era el nombre del cadete, a quien, fuera de su familia, probablemente nadie recuerde.
Fue un tiempo duro y amargo, de un costo humano terrible, con héroes y villanos, el cual, un 80% de las personas deseaba que terminara y recibió con júbilo el 11 de septiembre y quien diga lo contrario es un canalla mentiroso.
4 comentarios:
Esa manifestación de las mujeres fue de lo más entretenida. Fue la primera vez que participé en un acto político y nos reímos como nunca. Si no hubiera sido el temor a las bombas lacrimógenas o a una apaleadura la hubieramos pasado mejor.
Cantábamos 'El Chicho va en el coche carolín' y esa era la parte decente de la canción. Al grito de: Allende, escucha, andate a la ch... nos quedamos con los ojos cuadrados cuando Mamá lo coreaba a voz en cuello y se metió al bolsillo todo lo que nos enseño pero la ocasión lo ameritaba.
Fue sensacional cuando una de las organizadoras sacó un pañuelo blanco y decía 'Le decimos al Señor Presidente: que se vaya, que se vaya' coreabámos todos mientras flameabamos pañuelos , papel higiénico o lo que se tuviera a la mano.
Después de la concentración nos fuimos a casa de tía Silvia F. y allí tomamos un bus que nos dejaba cerca de casa. No fuimos a la marcha que fue donde apalearon a media humanidad.
Se me olvidó hablar del desabastecimiento. Nosotros manejábamos bastante dinero para ser adolescentes, por eso, cada vez que veíamos una cola nos poníamos en ella y después preguntábamos para qué era. Lo importante era comprar lo que vendieran porque siempre hacía falta detergente, jabón, pasta de dientes.
En casa nunca se vendió nada en el mercado negro pero si se usó mucho el trueque.
A casa de mi hermana no solo se llevaba pan, también se llevaban pollos congelados los que eran guardados exclusivamente para darle en la sopa a B.
Por ese tiempo mi hermana estaba embarazada de A. cuando la visité en Vallenar y justo nos tocó la llegada de la leche en un día que no era el normal así que nos fuimos detrás del camión parando en todas las farmacias y nos vendían un paquete con dos leches condensada, Nan y leche Nido, todos tarros pequeños y así ella logró juntar ese día la provisión de NAN para esperar a su niña sin sobresaltos.
Si me acuerdo clarito a Allende no solo borracho y sentado sobre una mesa moviendo los pies, sino que era en La Pincolla o algo por el estilo en donde fue a dar las explicaciones del desasbastecimiento de pan que se produciría algunos días después.
El hablaba lento y arrastrado y los 'compañeros' hablaban entre ellos ante lo cual el Chicho les decía 'no me haga la competencia compañero' y eso se puede ver en los archivos del Canal 7 o del 13 si se ponen a buscarlo.
Infórmate! el desabastecimiento fue promovido por la CIA y el Cumsille. Que raro que el dia 12 de septiembre los negocios estaban llenos de nuevo. Claro, si tenian todo escondido los comerciantes.
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